A medida que la inteligencia artificial (IA) va adquiriendo mayor protagonismo en todo el mundo, resulta cada vez más evidente que ya no estamos hablando de ciencia ficción. Estamos ante una tecnología cuyo impacto en nuestra vida diaria no deja de aumentar. Sin embargo, a pesar del potencial que tiene la IA para generar un impacto profundo y positivo sobre la productividad y el crecimiento económico a escala mundial, también tenemos que tener en cuenta una serie de posibles riesgos, uno de los cuales es su efecto sobre el consumo de energía.
A lo largo de los últimos veinte años, el número de centros de datos ha aumentado para hacer frente al incremento de la digitalización y el almacenamiento en la nube. Hasta ahora, las importantes mejoras que se han producido en el ámbito de la eficiencia energética han contribuido a limitar la demanda de energía que ha traído consigo el crecimiento de los centros de datos. Sin embargo, a medida que la IA va evolucionando, va aumentando la demanda de computación. Por ejemplo, se calcula que una pregunta típica al CharGPT consume diez veces más energía que una búsqueda en Google1.
Según algunas estimaciones, la computación en la nube y los centros de datos contribuyen ya al 2-3% del volumen total de emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, porcentaje equiparable al de las líneas aéreas y el transporte marítimo2. No hay muchos estudios que analicen la influencia concreta de la IA en el volumen de emisiones de carbono3 .Sin embargo, ante la trayectoria prevista de la demanda de electricidad de los centros de datos que trae consigo la IA, si no conseguimos mejorar la intensidad de carbono de las fuentes de energía y la eficiencia energética de los centros de datos, podríamos asistir a un notable aumento de las emisiones de carbono.
Aparte de los objetivos medioambientales, otro de los incentivos para reducir el consumo eléctrico es la reducción de los costes, ya que la electricidad representa aproximadamente el 15% del coste de los bienes vendidos de un centro de datos típico4.
En este artículo, analizamos tres áreas que podrían desempeñar un papel importante en la descarbonización de los centros de datos.
Tres áreas importantes:
1. Energía sin emisiones de carbono
La fuente de energía que utilizan los centros de datos, normalmente la red eléctrica nacional, es lo que más influye en sus emisiones de carbono. La conversión de las fuentes públicas de electricidad en fuentes de energías renovables constituye el mecanismo con mayor potencial de descarbonización, pero la construcción de las instalaciones adicionales de generación y transmisión que exigiría esta solución podría llevar varios años. ¿Cuáles son las opciones a corto y largo plazo?
2. Computación avanzada
La computación es la función principal de un centro de datos y representa en torno al 40% del uso total de electricidad5.
El sector de los semiconductores cuenta con una sólida trayectoria de innovación y concede una importancia cada vez mayor a la eficiencia de los chips. Estas mejoras de eficiencia han sido en gran medida las responsables de que el consumo de electricidad de los centros de datos se haya mantenido relativamente estable en los últimos diez años (entre el 1 y el 2% de la demanda mundial de electricidad), a pesar de que las cargas de trabajo casi se han triplicado. Y no parece que el ritmo de innovación se esté ralentizando. ¿Qué ahorro de energía y costes podría aportar la próxima generación de chips?
3. Refrigeración
A medida que los procesadores van aumentando su capacidad, la temperatura que alcanzan es mayor. El calor puede reducir la eficiencia de los procesadores y acabar ocasionando averías, por lo que la refrigeración de los centros de datos resulta esencial. La refrigeración representa aproximadamente el 40% del consumo de energía de un centro de datos6, por lo que supone un área de desarrollo importante para mejorar la eficiencia energética. En la actualidad, la mayoría de los centros de datos utilizan la refrigeración tradicional por aire, pero ha surgido una tecnología prometedora que podría mejorar la eficiencia: la tecnología de refrigeración líquida.
La posibilidad de que el aumento de eficiencia energética que pueden ofrecer estas soluciones sea suficiente para compensar el fuerte crecimiento de la capacidad de los centros de datos dependerá del ritmo de desarrollo tecnológico y de la normativa. En cualquier caso, las cuestiones relacionadas con el impacto de carbono de los centros de datos podrían constituir importantes consideraciones de inversión tanto en las compañías que proporcionan las soluciones como en los principales operadores/usuarios de centros de datos.
1. Fuente: Goldman Sachs, 14 mayo 2024, «AI poised to drive 160% increase in power demand».
2. Fuente: Climatiq, 21 abril 2022, «Measuring greenhouse gas emissions in data centres».
3. Fuente: nature.com, 12 agosto 2020, «The carbon impact of artificial intelligence».
4. Fuente: estimaciones de Capital Group, a junio 2024.
5. Fuente: Open Data Institute, «Data centres cloud infrastructures and the tangibility of internet power», a 16 enero 2023.
6. Fuente: McKinsey, 17 enero 2023, «Investing in the rising data center economy».