Se prevé un crecimiento relativamente débil en América Latina en 2025. Entre las dificultades a las que se enfrenta la región destacan el lastre fiscal y la posible inestabilidad del comercio internacional bajo el mandato de Donald Trump. Mientras México y Brasil se enfrentan a un año más complicado, Argentina sería la excepción, ya que se prevé un sólido crecimiento de su economía tras dos años de contracción, gracias a las reformas normativas y los planes de saneamiento presupuestario.
Es cierto que la inflación ha disminuido en toda la región, pero que lo siga haciendo dependerá en gran medida de que se aborde la persistencia de las subidas de precios que aún registra el sector servicios. Se prevé que los bancos centrales de América Latina lleven a cabo recortes de tipos de interés en 2025, con la excepción de Brasil.
El nuevo gobierno de Trump ya ha provocado un aumento de la volatilidad en los mercados latinoamericanos, que podría continuar a través de los canales financieros, así como del comercio y la inmigración. Un aumento significativo de los aranceles estadounidenses tendría un mayor impacto en los países latinoamericanos y deterioraría las cadenas globales de suministro, lo que favorece que la exposición a los flujos de comercio internacional sea igual de importante que la exposición a Estados Unidos.
Con la excepción de México, Estados Unidos suele mantener superávits comerciales bilaterales con las principales economías de la región, por lo que lo más probable es que los aranceles se utilicen como táctica de negociación, y no tanto como un mecanismo para reducir el déficit comercial estadounidense. Los cambios en la política de inmigración estadounidense podrían provocar la reducción de los flujos de remesas procedentes de diversos países latinoamericanos, aunque también vemos ciertas perspectivas positivas en lo que se refiere a la posibilidad de que las compañías estadounidenses trasladen sus instalaciones de producción a países más cercanos.
En términos generales, los factores internacionales son heterogéneos, pero los riesgos se inclinan a la baja. El aumento de los riesgos comerciales, financieros y relacionados con la inmigración, la fluctuación de los precios de las materias primas y las continuas tensiones geopolíticas (aunque América Latina se encuentre geográficamente alejada) amenazan a la región. Sin embargo, la normalización de la política monetaria en los países desarrollados, las medidas de estímulo económico en China y el posible impulso de la economía estadounidense derivado de la flexibilización fiscal y la desregulación podrían generar unas condiciones más favorables.